sábado, 6 de julio de 2013

Gafas de sol oscurecidas.

Era una mirada tan dura que atravesaba los cristales negros de mis gafas de sol. Unos labios serios, unas cejas cómo líneas escritas por mi, bellas. las silueta de su mandíbula era increíblemente perfecta, dibujada por el mejor artista no habría resultado tan provocativa. Sus caderas eran un motivo para el amor monógamo y aunque eso nunca haya sido una opción para mi, incluso hicieron que dudara. Sus atrayentes senos evocaban a la locura, inducían al sexo. En un suspiro mi mente la imaginó desnuda y no pude resistir la tentación de presentarle al mejor escritor de esta era. Saqué antes un pañuelo de seda del bolsillo de mi camisa para limpiar de mi frente el sudor que me provocaba tanta belleza irradiada. Conforme me acerqué subíó mi temperatura corporal y empecé a temblar por dentro, pero la americana no dejó que se notara, y las gafas de sol ocultaron mis nerviosas pupilas. Me quité las gafas a unos centímetros de su cara, sin apartar mi mirada de sus ojos, para no romper la magia del momento, y le dije, soy Dani. Ella me dijo, yo soy María, y él es mi novio.

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