Un color ondeando enfrente de mí. Olas aéreas que hacen que le des el valor que merece al viento. De fondo, la playa, la arena, sus conchas y sus secretos. A mi al rededor, los niños jugando a molestar, las mujeres jugando a insinuar y los hombres intentando parar el juego. De repente, algo se salió de contexto, un bañista intentaba tirar la silla del socorrista al suelo. El socorrista, alterado por la inminente caída de su sinuoso trono gestualizó el nerviosismo y la impotencia y cayó a plomo sobre la arena más dura y seca de la playa. Quedó allí, destronado y semiinconsciente, dejando la playa y sus clientes inseguros. Derrocando la bandera roja que impedía el baño y creando una anarquía generalizada.
El hombre que había embestido el gran taburete se marchó impune del área, nadie le dijo nada. El socorrista, aturdido por el golpe, no reaccionó hasta que fue demasiado tarde. Los nuevos domingueros ya habían llegado y se estaban bañando sin advertir el peligro de una bandera roja. El sol y la ausencia imaginada de peligro fueron quienes les obligaron a mojar sus cuerpos.
Sorpresivamente un hombre apareció andando desde el fondo del mar, vestido con un smoking y dijo:
- Por favor, disculpen caballeros.- todos se le quedaron mirando.
Continuó. - ¿Podrían recomendarme un tema sobre el que hablar en mis cuentos? -