Imaginé que metía las manos en sus bolsillos y ella no las apartaba, yo la levantaba.
Deslizaba mi barbilla pasando por su obligo...
Hasta sus hombros, removiendo su vestido con el roce...
Y los mordía.
Arrastraba hacia arriba mis diez dedos por su espalda desnuda.
Cortando sus maullidos, dejándola muda, paralizada...
Moví mis dientes al cuello y cerró los ojos, y luego a su pelo.
Lo olí y endurecí...
Me apreté contra ella, una estrella.
Me apreté contra ella, una estrella.
Miré entonces directamente a sus ojos y antes de perderme...
Salté a comerme sus labios...
Primero los de la cara.
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