"¿Qué papeles son los que necesito esta vez? De verdad
que no te entiendo."
"Te lo vuelvo a repetir, tienes que darme los papeles,
tienes veinte segundos para darme los papeles"
"¿Pero qué papeles?¡Yo no tengo papeles!"
"¡Rápido! Ésto lo estoy haciendo por ti, necesito los
papeles, tienes que darme los papeles, solo de esa forma lograremos que todo
este esfuerzo no haya sido en vano."
"No lo entiendo, ¡Ya han pasado más de veinte segundos!
me hablas de papeles pero yo no tengo papeles, estoy aquí, descalzo, en
calzoncillos, en medio del parque y no tengo los papeles"
La otra persona (una señora de mirada inquisitiva y bien
trajeada) abre un maletín, el otro, que no logra encontrar los papeles, no es
capaz de ver lo que hay dentro.
"¿Qué tienes ahí dentro? ¡No entiendo nada!"
Entonces la señora le da la vuelta al maletín y una luz
resplandeciente y cegadora lo acapara todo. Cuando la luz se va, el hombre se
da cuenta de que está en un edificio del gobierno, con un fajo de papeles en la
mano, hay un pasillo que se extiende a lo largo y al final parece haber una
puerta con un cartel que dice "Oficina". El hombre empieza a correr
en dirección a esa puerta llevado por una sensación de angustia, ansiedad y
tensión, pero cuanto más corre más se aleja la puerta.
Entonces tropieza y mira al suelo (el suelo se resquebraja y
todo cae hacia abajo hecho trizas, hacia lo que parece ser una profundidad azul
e infinita)
"¡Estoy en una pesadilla!"
La tensión del momento consigue que el hombre se de cuenta
de que todo era una ilusión y se logra despertar.
Está solo en casa, levanta las sábanas y un olor muy fuerte
llega a sus fosas nasales. Se ha cagado encima.
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