martes, 26 de junio de 2018

Alfredo, un buen hombre


Alfredo es un hombre que se considera curioso. Cuando Alfredo comenzó a trabajar sus amigos todavía estaban estudiando, necesitaba el dinero por causas familiares. Alfredo está seguro de sí mismo, todo lo que tiene se lo ha ganado a fuerza de voluntad, ha trabajado sin parar, se ha visto sumido en la miseria y ha seguido trabajando. Ha habido veces en las que los jefes de Alfredo no podían ofrecerle más de cuatro euros por hora y Alfredo, ni corto ni perezoso, ha trabajado.
Alfredo, cuando llegó a los treinta, empezó a arrepentirse de haber empezado tan pronto a trabajar. "Tendría que haber estudiado" piensa. Alfredo ahora tiene dos chiquillos a los que mantener y una esposa encantadora de la cual está perdidamente enamorado, es feliz. Y aun así, cada día que pasa, Alfredo piensa "Tendría que haber estudiado", pero también piensa "Soy un hombre trabajador" y es verdad que le gusta más cuando piensa en ésto último, se siente mejor, por eso intenta evitar pensar que quizás, si hubiera estudiado, ahora tendría más dinero, menos estrés, y posiblemente la misma felicidad.
Pero una y otra vez se repite en su cabeza la posibilidad fracasada, aquello que ya no va a pasar, la otra calle que pudo haber tomado y se negó a tomar. Y cada vez que se repite en su cerebro, Alfredo sufre un poquito más, se vuelve a arrepentir e incluso se empieza a martirizar, es por eso que ahora Alfredo insulta en sueños a aquellos que estudian, piensa "holgazanes, perezosos, estos tipos son unos gandules, toda la vida viviendo de sus padres, en una nube viven, si ellos supieran lo que yo sé"
De esta forma Alfredo logra enterrar ese horrible pensamiento, esa remota posibilidad de algo que nunca pasó ni pasará.
Pero el cerebro de Alfredo es curioso, y ese pensamiento vuelve, y cada vez con más fuerza, y Alfredo se aferra al odio para eludirlo, y un día Alfredo va a la biblioteca, estresadísimo, y se pone en la puerta, y primero empieza a mirar raro a la gente que entra, pero poco después empieza a decirles cosas, les dice que se pongan a trabajar, pero lo dice a gritos y con una voz muy agresiva, les dice que hay que sacar el país hacia delante, que son unos gandules, les insulta y les menosprecia. Las personas que entran a la biblioteca al principio parecen ofendidas, pero pronto se corre la voz y Alfredo sigue ahí gritando, y la gente acude a escuchar sus berridos, y se ríen del pobre Alfredo. Los estudiantes se ríen de Alfredo, esos estudiantes que tanto envidia, esos holgazanes, perezosos, esos tipos que son unos gandules, que llevan toda la vida viviendo de sus padres, durmiendo entre algodones de azúcar y paredes de turrón. Esos tipos que, en lugar de estar estudiando, se ríen del pobre Alfredo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario