domingo, 3 de mayo de 2015

Mi infancia.

El grupo de amigos al que pertenecía en la infancia se llamaba "Los folla-palmeras del infrarealismo creacionista huidobriano". Con tan solo cuatro años discutíamos sobre los aspectos más relevantes de la obra de Borges, un incomprendido debido a su profundidad cultural clásica. En otras ocasiones jugábamos al pilla-pilla, ahí es cuando mejor lo pasábamos. 
Una vez un niño que no era de nuestra clase se intentó hacer pasar por nuestro amigo. Recuerdo que Kafka, el hijo de la pescadera que en realidad se llamaba Carlos, le dijo que sabía que él pertenecía a la clase de los ositos, el otro se quedó callado y entonces Nietzsche, que en realidad era Ricardo, le dijo que dejase de intentar aparentar quien no era y se fuese a mezclarse con el grupo cultural que le correspondía. Platón, niño al que la profesora llamaba Paco e hijo de un obrero y una cocinera, añadió "no te preocupes por no formar parte de nuestro grupo, para nosotros la vida tampoco tiene mucho sentido de todos modos."
El niño huyó asustado, ahora lo pienso y me río, pero recuerdo que en esos momentos se me hundía el pecho de ganas de matarlo, habría manchado toda la arenisca fina del patio arrastrando su cabeza decapitada. 

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