Hace poco tuve una conversación con un amigo que se quedó a medias, de esas en las que cuando vuelves a casa sigues pensado argumentos para demostrar que tienes razón para pensar como piensas. De esas en las que sientes que quizá no tenías razón y tengas que reestructurar tus pensamientos.
Hablábamos del odio, sobre si era malo al cien por cien o si podía ser también un sentimiento positivo. Como es lógico y natural, nuestro discurso, como el de todas las personas a la hora de hablar, carecía de un orden lógico y volvíamos a ideas que ya habíamos dicho antes para asegurarnos de estar entendiéndonos, pero aquí (en escrito) yo voy a intentar ser lo más conciso.
1) El odio es un sentimiento que nos diferencia del resto de los animales.
Si ser distintos a los animales nos hace ser más evolucionados y el odio nos distingue de ellos, lo lógico sería pensar que es positivo sentir odio. Por otro lado...
2) El odio es un sentimiento que afecta únicamente al que lo siente.
El odio nos hace focalizar la atención en una idea y repetirla hasta la saciedad, destruyendo así nuestro sentido de la racionalidad.
3) El odio sirve para distanciarnos de personas u objetos que pensamos que podrían volvernos a causar dolor (físico o emocional).
3) El odio es pasivo y su forma activa es la venganza.
Cuando sentir odio no es suficiente, tendemos a buscar una venganza, para eliminar ese factor que nos hace sentir tan mal (odio), pero cuando nos vengamos nos damos cuenta de que la venganza no sirve para eliminar el odio sino para crear más odio y más ganas de venganza.
Además, la venganza suele traducirse en ofensas hacia otra persona y cuando realizamos un acto así, generamos un sentimiento de odio en la otra persona y por lo tanto no nos hemos deshecho del odio, solamente lo hemos traspasado a otra persona.
4) No sentir odio es imposible.
Todos odiamos tarde o temprano, cuando no sentimos odio es porque lo reprimimos, y todo aquello que reprimimos acaba saliendo a flote.
5) La forma de no sentir odio es sencilla, ser sincero y no ocultar nunca la verdad nos ahorrará la necesidad de sentir odio.
Si cuando algo nos molesta lo decimos no tendremos que esperar a llegar a casa para pegarle una patada a una pared a solas y obsesionarnos con la idea de la venganza.
(Se nos ocurrieron más ideas, pero ahora mismo ni las recuerdo, supongo que porque yo no siento odio y no las necesito. Eso me hace pensar en un aspecto positivo del odio, que te hace recordar las cosas, en fin, como todo en la vida esto también se queda medias.)