viernes, 29 de mayo de 2015

"Permíteme que insista"

"Permíteme que insista"

El verbo permitir significa "dar consentimiento" y está conjugado en imperativo.

Por lo tanto "permíteme" significa: te obligo a que me des consentimiento.

El verbo insistir significa "repetir o hacer hincapié en algo".

En conclusión, el anuncio está diciendo:

Te obligo a que me des consentimiento para que haga hincapié en algo.

Es decir, nos piden que les damos consentimiento (algo que debería ser voluntario) por obligación (pero cordialmente), para que nos repitan algo.

Esta voz es la evolución adulta de la voz de un niño que quiere que veas su dibujo y te pide una vez tras otra que lo mires.






martes, 26 de mayo de 2015

- Qué rápido se nos pasa el tiempo cuando echamos la vista atrás.
- Es cierto que el tiempo pasa, pero no varía la velocidad, es constante.
- Y tú qué sabrás de la vida, si te la pasas metida en los libros.
- ¿Y de qué hablan los libros si no de vidas?

sábado, 23 de mayo de 2015

La belleza de la destrucción de la natualeza.

Un fondo anaranjado sobre el cual caen, desde una nada inexistente, blancas letras que te cuentan la historia de una llama y un árbol.

  El árbol, triste, reposaba sobre una colina verde, el sol estaba rojo y el cielo azul, los pájaros silbaban canciones de moda sobre sus ramas, todo entraba dentro de los cánones de belleza del paisaje contemporáneo, se podría haber dicho que el árbol, pese a su tristeza, formaba parte de lo que podríamos llamar una imagen estéticamente bella y alegre.


  La llama llegó del mechero de un drogadicto que, en una noche de mono, jugó a quemar un árbol por diversión y en parte por aburrimiento, dentro de una ensoñación ilógica que le empujaba a romper los límites de lo racional. Al árbol, profundamente deprimido, no le importó recibir una compañía lumínica en una noche tan oscura como aquella. El drogadicto se acercó al árbol, no se alejaba a pesar del intenso ardor, contemplaba la belleza del fuego, la indescriptible belleza de una llama incandescente en expansión, en el poético contraste con la oscuridad, murmuró: noche incendiada. Él no era consciente de haber creado un oxímoron, pero el árbol sintió el artificio lingüístico, y la belleza de sus palabras, en un estremecimiento que recorrió la totalidad de su cuerpo desde las raíces más cercanas al misterioso centro de la tierra, pasando por la viscosa sabia de su tronco y llegando hasta la punta más erizada de su hoja más cercana al firmamento. 

  La llama devoró al árbol mascando y quemando desde la cúspide hasta las raíces más inmersas, hundió su llama bajo la tierra, dibujó en el oscuro horizonte la triste, incompresible y bella imagen de la destrucción de la naturaleza. 

. . . 

  El drogadicto hizo una foto con su móvil, la foto se veía mal, pero lo artificial, es decir, el móvil, no ardería jamás de una forma tan destructiva, quizás, y sólo quizás, ardería, de de forma inocua. Y sin belleza.

sábado, 16 de mayo de 2015

Las tres premisas de la felicidad.

Hoy, al despertar de la siesta, he tenido, entre legañas, un reflexión subconsciente iluminadora: he pensado que la felicidad es algo a lo que le hemos dificultado el camino con convenciones sociales, y que en realidad para alcanzarla solo hace falta entender que se basa en tres premisas: amar, comer y dormir.  
Si podemos hacer o conseguir estas tres, entonces, no podemos quejarnos de no ser felices o de no haber vivido una vida llena. Si nos quejamos es por un inconformismo, nacido, como ya he dicho al principio, de las convenciones sociales. Hoy entre legañas he descubierto mi felicidad. 

miércoles, 6 de mayo de 2015

Dormía

Ayer dormía con la esperanza del mañana.
Mañana soñaba la nostalgia del ayer.
Hoy despierto y vivo y con los ojos abiertos
desaparece el tiempo.
Desaparecen el mañana y el ayer.
Y aparece un mundo nuevo
entero por ver.

domingo, 3 de mayo de 2015

Mi infancia.

El grupo de amigos al que pertenecía en la infancia se llamaba "Los folla-palmeras del infrarealismo creacionista huidobriano". Con tan solo cuatro años discutíamos sobre los aspectos más relevantes de la obra de Borges, un incomprendido debido a su profundidad cultural clásica. En otras ocasiones jugábamos al pilla-pilla, ahí es cuando mejor lo pasábamos. 
Una vez un niño que no era de nuestra clase se intentó hacer pasar por nuestro amigo. Recuerdo que Kafka, el hijo de la pescadera que en realidad se llamaba Carlos, le dijo que sabía que él pertenecía a la clase de los ositos, el otro se quedó callado y entonces Nietzsche, que en realidad era Ricardo, le dijo que dejase de intentar aparentar quien no era y se fuese a mezclarse con el grupo cultural que le correspondía. Platón, niño al que la profesora llamaba Paco e hijo de un obrero y una cocinera, añadió "no te preocupes por no formar parte de nuestro grupo, para nosotros la vida tampoco tiene mucho sentido de todos modos."
El niño huyó asustado, ahora lo pienso y me río, pero recuerdo que en esos momentos se me hundía el pecho de ganas de matarlo, habría manchado toda la arenisca fina del patio arrastrando su cabeza decapitada. 

Frase motivadora

Hoy he encontrado una página de facebook llena de frases de motivación para ir con ganas al gimnasio, esta es una de ellas: 

"Si fallaste ayer, no importa. Hoy tienes la oportunidad de comenzar de nuevo."

A primera vista parece una frase rompedora, esperanzadora. Pero si la analizamos en profundidad advertimos su error. 
"Si fallaste ayer, no importa." ¿Si fallé ayer no importa? ¿entonces si fallo hoy tampoco, no? Porque todos sabemos que en el fondo, el hoy visto desde el mañana, es el ayer, ¿no? 
En fin, lo mejor es que luego dice que "hoy" tienes la oportunidad de empezar de nuevo. Pero esta frase es inamovible, lo cual supone que todos los días tienes la oportunidad de empezar de nuevo, es decir, que no hay prisa, y por lo tanto no hace falta empezar. 
En fin, esto es lo que pasa cuando estás deprimido, que no paras de mirar hacia delante y hacia atrás. En cambio, si no estás triste, verás el momento actual y esta frase tendrá mucho sentido para ti. 
En fin, quizás me equivoque. En fin. 

FIN.

FINN


viernes, 1 de mayo de 2015

Conversaciones

Hace poco tuve una conversación con un amigo que se quedó a medias, de esas en las que cuando vuelves a casa sigues pensado argumentos para demostrar que tienes razón para pensar como piensas. De esas en las que sientes que quizá no tenías razón y tengas que reestructurar tus pensamientos. 

Hablábamos del odio, sobre si era malo al cien por cien o si podía ser también un sentimiento positivo. Como es lógico y natural, nuestro discurso, como el de todas las personas a la hora de hablar, carecía de un orden lógico y volvíamos a ideas que ya habíamos dicho antes para asegurarnos de estar entendiéndonos, pero aquí (en escrito) yo voy a intentar ser lo más conciso. 

1) El odio es un sentimiento que nos diferencia del resto de los animales. 
Si ser distintos a los animales nos hace ser más evolucionados y el odio nos distingue de ellos, lo lógico sería pensar que es positivo sentir odio. Por otro lado...

2) El odio es un sentimiento que afecta únicamente al que lo siente. 
El odio nos hace focalizar la atención en una idea y repetirla hasta la saciedad, destruyendo así nuestro sentido de la racionalidad. 

3) El odio sirve para distanciarnos de personas u objetos que pensamos que podrían volvernos a causar dolor (físico o emocional). 

3) El odio es pasivo y su forma activa es la venganza. 
Cuando sentir odio no es suficiente, tendemos a buscar una venganza, para eliminar ese factor que nos hace sentir tan mal (odio), pero cuando nos vengamos nos damos cuenta de que la venganza no sirve para eliminar el odio sino para crear más odio y más ganas de venganza.
Además, la venganza suele traducirse en ofensas hacia otra persona y cuando realizamos un acto así, generamos un sentimiento de odio en la otra persona y por lo tanto no nos hemos deshecho del odio, solamente lo hemos traspasado a otra persona. 

4) No sentir odio es imposible. 
Todos odiamos tarde o temprano, cuando no sentimos odio es porque lo reprimimos, y todo aquello que reprimimos acaba saliendo a flote. 

5) La forma de no sentir odio es sencilla, ser sincero y no ocultar nunca la verdad nos ahorrará la necesidad de sentir odio. 
Si cuando algo nos molesta lo decimos no tendremos que esperar a llegar a casa para pegarle una patada a una pared a solas y obsesionarnos con la idea de la venganza. 

(Se nos ocurrieron más ideas, pero ahora mismo ni las recuerdo, supongo que porque yo no siento odio y no las necesito. Eso me hace pensar en un aspecto positivo del odio, que te hace recordar las cosas, en fin, como todo en la vida esto también se queda medias.)