sábado, 19 de abril de 2014

Movido por la muerte.

El cielo está muerto, está oscuro, y yo, con los ojos cerrados, siento una luz poderosa, y un trueno explotando a unos diez metros. Me levanto como un animal acechado, esperando la continuación, esperando la lluvia, pero no llueve. 
Veo algo, un bulto más oscuro que el resto, al lado de un contenedor, no parece una bolsa de basura, me acerco. 
Siento el miedo potenciado al comprobar que es un cadáver, noto una caja en sus pies, palpo algo dentro, tiene una textura extraña, la cierro, intuyo que es un maletín. 
Busco algo de valor en su cuerpo y cuando doy con la cabeza siento por mis dedos su sangre y trozos de huesos moviéndose, sin querer meto el dedo en el agujero de la bala, y lo saco completamente pringado. No siento pena por ese suicida. Me limpio en su manga y sigo bajando la mano hasta que choco con algo frío, es la pistola, me la guardo en la parte trasera del pantalón. 
Acabo de oír unos pasos y veo la luz lejana de una linterna enfocando al suelo, rápidamente entro en estado de alerta, me agacho y observo con atención. Son dos hombres altos, se mueven rápido de un lado a otro, murmullan algo incomprensible, parecen enfadados. 
Se están acercando. 
Pienso rápido. Si ven el cadáver con un disparo en la cabeza y sin una pistola en la mano, van a buscar a quién la haya cogido, y sabrán que está cerca, ellos también habrán oído el disparo. Así que debo de esconder el cadáver. 
Lo intento levantar para echarlo al contenedor pero pesa demasiado, es imposible, sólo puedo arrastrarlo. 
Están más cerca, las luces de sus linternas están enfocando a los pies del muerto, pero todavía no lo han visto. 
Lo cojo de debajo de los brazos y retrocedo hacia mis cartones todo lo rápido que puedo para esconderlo bajo ellos, me han oído. 
Vienen hacia mi, las luces de las linternas tiemblan en las paredes del callejón. 
- ¡Eh! ¡Eh!, ¡no te muevas! - grita uno de los dos, parece que es él quien lleva la voz cantante. 
Todavía estoy cogiendo el cadáver por las axilas cuando una luz choca directa contra mis ojos.
No veo nada. 
El hombre sigue gritando, cada vez siento sus gritos más cerca. No siento miedo, pero entonces oigo un disparo. Y justo después noto un terrible dolor en mi rodilla, ya no puedo seguir sosteniéndome, caigo hacia atrás y el cuerpo cae encima de mi. 
Me aguanto los gritos de dolor y noto como la sangre se me acumula en las extremidades, aprieto los dientes, intento frenar mi respiración, aunque sé que no puedo. 
Oigo los pasos de alguien acercándose, preguntan. "¿Dónde está el maletín?". 
El maletín está entre el cadáver y yo, pero no pienso decir nada. Esta vez será sangre por sangre, oculto bajo el suicida, cojo la pistola de mi espalda y me preparo. 
- ¿Dónde está? - grita agresivamente, mientras le hace un signo a su compañero para que mueva el cadáver de encima. 
Rueda hacia un lado y quedo al descubierto con el revólver apuntando a Dios. 
Dos disparos, limpios. 
Caen los cuerpos al suelo, suena el metal de sus manos contra el cemento, una linterna se rompe y la otra queda apuntando hacia el fondo del callejón, la cojo, y también cojo el maletín. 
Si han dado sus vidas por él, tiene que tener algo muy valioso. 
Me levanto y cojeo hasta la farola que da a la calle, no hay nadie, deben de ser las cinco de la mañana, se oyen perros ladrar al fondo, puede que los disparos les hayan puesto nerviosos. 
Cada vez siento el dolor más agudo en mi pierna, giro a la derecha y veo la puerta de un local abierta, me cuelo, está vacío. 
Me introduzco hasta el fondo, arrastro mi pie, que cada vez sangra más, abro una puerta y entro en una habitación oscura. Me tropiezo con algo metálico y siento un olor ácido, a vómito. Me aparto un poco y me siento a descansar. Cada vez siento menos mi cuerpo. 
Enciendo la linterna. 
Estoy enfocando hacia mi pierna, una sangre violeta, oscura, sale de ella a borbotones, empiezo a ver puntitos brillantes y todo se oscurece un poco más. 
Reclino el cuerpo y miro a un lado.
No.
No puede ser.
Es un monstruo, inmóvil. 
La imagen de un rostro blanco, morado, rojo y negro se materializa a diez centímetros de mis ojos. 
Los cierro como en un mal sueño y los aprieto con todas mis fuerzas, siento la vida escaparse de mi a cada esfuerzo. Incluso con los ojos cerrados sigo teniendo en la mente la imagen de esa cara. Cada vez tengo menos fuerzas.
Tengo mucho sueño.
A la vez siento un asco terrible por todo, el olor, esa imagen, me encuentro fatal. Necesito una medicina, necesito algo.
Abro el maletín para ver que hay dentro y.
No puede ser, es imposible.
Siento un mareo muy grande, lo cierro. Giro la cabeza hacia un lado y veo de nuevo al monstruo, entonces siento como mi corazón acelera. Abro los ojos ante la oscuridad y de repente, para. 
Ya no lo noto latir. Tengo miedo, frío, caigo de lado, encima del monstruo, y con el maletín en las piernas, ya no veo nada con los ojos abiertos. También dejo de oír, dejo de sentir el suelo bajo mi cuerpo, el vómito deja de oler y dejo por fin de notar el sabor a sangre en mi boca. 






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