lunes, 14 de abril de 2014

En ningún sitio.

Humo en las calles de un barrio situado en ningún sitio. Niebla, oscuridad y una dulce y tenue música que se aproxima desde el cielo. Piedras húmedas en el suelo, reflejando el brillo de las almas que las pisan. Y esa mujer lejana, entre las nubes de la niebla, con sus labios sonriendo y con sus ojos ocultos bajo una cascada de rizos castaños e infinitos. Esa mirada que busco y no encuentro, y que me tiene preso, que me catapulta hacia ella. Mis zapatos pisan esas piedras y no suenan, porque estoy vacío sin sus ojos. Y voy tras ella, pero su dulce mirada se escapa de mi, entre la niebla y la oscuridad. Me deslizo y entro en el café en el que ella ha entrado, por una puerta robliza y dorada. Dentro la música y la niebla desaparecen, y aparece el humo blanco y gris del tabaco de los clientes, veo tazas posadas sobre manteles magenta, oigo el tintineo de los camareros pasando por las mesas. El parqué cruje cada vez más fuerte con mis pasos y logro ver al fondo de la habitación unos ojos rodeados de un denso humo gris. Unos ojos del color de la madera más salvaje, a los que me aferro como un marinero solitario a una madera en el centro del océano. Y en un parpadeo me aproximo, sus ojos aparecen cerca, extraños y por descubrir, siento la respiración acelerada de su boca bajo su nariz y sus mejillas, y mis latidos se disparan, noto su mano aferrada al dorso de la mía y sus labios acercándose a mi oído. Un susurro incomprensible pero bello, sus palabras flotan pero no las logro comprender. Vuelve la cabeza hacia atrás, sus rizos acarician mi cuello y me estremezco por dentro. Presiono su cintura contra la mía y siento la oscuridad desvanecerse, el humo gris desaparece y la luz de su belleza se convierte en todo lo que soy capaz de sentir. Me acerco más a ella y me hundo en un sueño eterno con solo rozar mis labios con los suyos, cierro los ojos y suelto esa madera marrón que me tenía atado al sufrimiento. Noto la humedad del océano acariciando mi lengua. Me pierdo en las profundidades de ese azul tan rojo, me dejo caer hasta el fondo de esa alma para llenarla, sobre un suelo que brilla como el sol, en un bar, en ningún sitio, pero lejos de la niebla y de la oscuridad. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario