R estaba escribiendo una historia. Una de amor. Siempre escribía historias de amor, quizá porque nos obsesionamos con lo que no conseguimos. La luz del flexo hacía sus ojos más verdes y la del ordenador iluminaba sus pechos. Los pechos de R se apoyaban sobre un escritorio de madera de roble, uno muy caro. R escribía una historia sobre Alicia y Abel, un chico y una chica predestinados a encontrarse en el camino de sus vidas, dos ríos que desembocaban en el mismo mar. Pero eso no lo decía R, R añadía muchos más personajes para que pareciese que no iban a acabar haciendo el amor Alicia y Abel.
Pero R ya sabía que Alicia y Abel iban a acabar haciendo el amor y su historia empezó a aburrirle demasiado pronto quizá. Miraba a la pantalla y al reloj y a la pantalla y al flexo y a sus dedos sobre el teclado y no veía nada. Nada nuevo. ¿Y si Alicia y Abel no acaban juntos? se decía para ver si así retomaba la escritura con algo más de motivación. Pero no servía.
Alicia era el nombre de una chica que salía en una serie que R veía de pequeña, se llamaba "Las Aventuras de los Rebeldes" e iba sobre una familia rebelde que vivía al lado de un pueblo que no recuerda como se llamaba, en realidad no recuerda el argumento de la serie porque la veía siendo muy pequeña. Pero del nombre de Alicia sí se acuerda, de eso sí.
Abel es un nombre bíblico, pero Abel no se llama así por la Biblia, nada tiene que ver, Abel se llama así por pura casualidad, fue el primer nombre que se le ocurrió. Habréis notado que los dos nombres empiezan por A y habréis pensado que es adrede. Pues no, también fue por casualidad.
R vuelve a leer lo que ha escrito y empieza a ver fallos gramaticales y ortográficos que el corrector se había saltado. No le está gustando mucho lo que ha escrito, dice que esto es una basura, no sé como lo he podido escribir yo, debo de estar aburridísima para escribir esta basura.
Vuelve a decir que está aburridísima, esta vez en alto. Está sola en casa, puede decirlo en alto sin temor a represalias, puede gritarlo si quiere. De hecho lo grita, una, dos, tres veces, en crescendo.
Se calla y disfruta del silencio que antes no apreciaba por no tener ruido con el que contrastarlo. Hunde su verde mirada en la pantalla. Se funde con el ordenador, Su mente desconecta. Cierra los ojos. Negro, solo ve un negro y oye el ventilador de su portátil. No ve nada más, Negro.
Siente entonces algo frío en su nuca, abre los ojos, mira el ordenador, se gira y no hay nada. Vuelve la vista a la pantalla y vuelve a sentir el mismo frío en la nuca, echa la mano atrás y nota un material metálico. ¿Qué es esto? lo agarra con una mano y sin girar la vista recorre la superficie del objeto. Se ha dado cuenta de que es una pistola, es una pistola, piensa. Se gira y vuelve a no haber nada, solo oscuridad, y una tenue luz que indica que no hay nada. Decide echar una cabezada, pero recibe una llamada en Skype, Es un contacto desconocido, mejor no cogerlo.
La llamada se prolonga, cuelgan. R vuelve a perderse en la profundidad de la pantalla. Vuelve a notar el frío metálico en el cuello, va a girarse pero justo vuelven a llamarla por Skype, lo coge.
En la imagen de la cámara del que hace la llamada se ve el cuello de R con una pistola con el cañón apoyado sobre su lacio y dorado cabello. En la cámara que enfoca desde el portátil a R solo se ve a R mirando al monitor.
R siente en este momento un miedo que no es miedo, que tampoco es pavor, que es algo más cercano a la incredulidad, siente que está soñando, pero sabe que no es un sueño. Se gira y no hay nadie, mira el monitor y ahí sigue, el cañón de un revólver plateado apretado contra su nuca, siente el frío de nuevo.
Entonces oye una voz que dice que Abel no puede acabar con Alicia, y que tiene que seguir escribiendo. R se queja, dice ¿y si no escribo qué?
Suena el seguro de la pistola abriéndose.
R empieza a escribir, escribe que Abel quiere a un nuevo personaje que se llama Susana, el nombre de susana es realmente el primer nombre que se le ha ocurrido, nada tiene que ver con Abel, ni con nada, no le gusta, lo borra y pone en su lugar Amanda. La voz dice, vuelve a escribir Susana y aprieta el cañón de nuevo contra su nuca.
R piensa que no le gusta lo que escribe, que es un rollo y que si no le mata la voz le matará el aburrimiento, pero no lo dice, porque todavía más en el fondo de su mente, en su subconsciente, tiene un pánico terrible por lo que le está pasando.
¿Cómo se explica que el hombre de la voz sea invisible para ella pero no intangible ni tampoco inaudible? Sólo hay una forma, es un sueño piensa, me he quedado dormida mientras escribía y todo esto es un sueño, no hay un hombre apuntándome a la nuca con la intención de que escriba una historia de mierda.
R se levanta y se gira, esta vez con el portátil en las manos, para poder ver al hombre. La Voz no se espera esta acción así que responde de una manera todavía menos esperada, dispara en la cara a R. El disparo falla y R intenta abalanzarse sobre el vacío para quitarle la pistola a esa cosa que la está amenazando. Pero esa cosa vuelve a disparar, esta vez en la pierna, y a R se le cae el portátil a la cama y el cuerpo al suelo. Se le ha formado un agujero en la rodilla, no la puede mover, le duele demasiado. Demasiada sangre como para poder pensar. Le duele tanto que en su cabeza no caben más cosas que dolor, dolor, dolor. R empieza a sentir que ya no está viva, antes de desmayarse sólo le da tiempo a pensar que preferiría que hubiese sido en la cara, haber muerto de golpe, lo habría preferido, por otra parte también piensa que prefería mil veces escribir una historia banal y sin sustancia a este dolor tan intenso, quizá infravaloré el poder de la muerte, se dice a sí misma.
R muere, la Voz susurra nerviosa, recoge el cadáver y sale del edificio, lo deja al lado de un contenedor. La Voz despierta.
No era una Voz, era un sueño, la Voz había soñado que mataba a una rubia escritora aburrida de sus cuentos. La Voz se llama L, y L no tenía nada claro en la vida, quería ser escritor, pero en su sueño había matado a R, una escritora, ¿quería eso decir que debía de matar su instinto literario? Quizá no quería decir nada, al fin y al cabo L olvidaría ese sueño pasados unos minutos y R nunca volvería de su sueño soñado.
Es entonces cuando R despierta de un sueño de unas ocho horas. Ha sido terrible, soñó que soñaba que se mataba a sí misma. R decide no volver a tomar setas alucinógenas. R siente un pinchazo en el corazón, ve una pareja, ve a Abel y a Alicia besarse delande de ella, sabe que no son reales, abre más los ojos para que desaparezcan, pero no sirve, parpadea, tampoco sirve. Siente otro pinchazo y oye a su madre gritando abre la puerta. una franja horizontal de luz se filtra hasta su cerebro, la última.
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