Hace poco fui con una amiga a un bar de copas a hablar, nos contábamos anécdotas y problemas personales, hablaba sin parar. Nos rodeaban decenas de hilos conversacionales y por un momento dejé de prestar atención a lo que me llegaba desde su boca, para escuchar una peculiar discusión de fondo:
- Te digo que sí, que el machismo nunca acaba.
- A ver, explica.
- Mira, te voy a poner el ejemplo de una canción, de Pitbul. Para empezar Pitbull es un misógino, y eso lo sabemos todo, ¿Quién más idóneo que él para hacer esta canción?
- Bueno, sí, eso ya lo sé, pero ¿de qué canción me hablas?
- Pues de la de "el taxi".
- Ah, vale, pues dime ¿dónde ves tu el machismo ahí? Yo personalmente lo considero una bonita historia de amor.
- ¿Bonita historia de amor? Qué asco, nos controlan el cerebro tan fácil que... y todo con la semiótica... nos hacen relacionar símbolos y palabras a estados y comportamientos y nos acaban manipulando como lo hacen con la "bonita historia de amor" de esta canción que te tan fácilmente te han hecho idealizar, ¡y así, con todo!
- Venga, no me jodas, cuéntame ya de qué cojones se trata.
- A ver, es muy sencillo ¿quién pide el taxi?
- La verdad es que no lo recuerdo.
- Bien, pero a pesar de que no lo recuerdes, ni tú ni nadie, eso nos influye en el subconsciente, porque ahí es donde se queda todo. El taxi lo para la mujer en el videoclip. ¿Por qué? porque evidentemente lo que quieren es que sintamos que son las mujeres las que se deben doblegar ante nosotros y hacer el trabajo sucio. Por tonto que te parezca, la mujer en esta sociedad empieza parando taxis y acaba limpiándote los platos, fregándote el suelo y lavándote la ropa. Es ridículo, ¡la mujer para el taxi! debe de ser el hombre quien pare el taxi, para refrenar todos estos años de inferiorización y desprecio hacia la mujer, todo este maltrato ejercido hacia esa gran y maltratada figura.
- Puf, la verdad es que nunca lo había pensado.
La conversación sigue, el tipo que establecía su argumento sube progresivamente el tono hasta ponerse bastante rojo. Yo me doy cuenta de que mis cejas están arqueadas y de que mi amiga me mira en silencio esperando una explicación.
- Perdona, es que estaba escuchando una conversación que me interesaba.
- ¿Sí? Bueno, pues ahora escúchame a mí, quiero toda tu atención porque esto es grave.
- Claro, claro, cuéntamelo todo.
- Bien, el otro día, salgo de fiesta, y bueno, me encuento con Sabrina, Claudia y, en fin, que esto no viene al caso, fui hasta nuestro Pub, este que se llama... el nuestro de siempre ¿sabes?
- Sí, sí, sigue, ve al grano.
- A ver, pues que eso, terminamos de bailar y me voy a ir a casa, y cuando llego al borde de la carretera, voy a pedir el taxi y no te imaginas lo que me pasó.
- ¿Qué fue lo que pasó?
- Va un tío, que no conozco de nada, y coge el flipao, y me pide un taxi, o sea, un taxi ¿sabes? no es que me compre una flor, sino que coge y me pide un taxi. ¿Quién cojones se cree que es? Yo me enfadé un huevo y fui corriendo a dejarle las cosas bien claritas a ese "macho alfa" de mierda. Que no es mi culpa que lo hayan educado en el régimen franquista, que a mi se me trata con un mínimo de respeto, que soy una mujer independiente y que no necesito a ningún "Macho-men" que me pida el taxi, que yo sola me lo sé pedir.
- ...
- En fin ¿te puedes creer que todavía haya tanto machismo?
- Pues... no sé que decirte.
- No sé, dime algo.
- Creo que... creo que deberían de prohibir los taxis.