Olas rompen contra el casco del navío, truenos anuncian la llegada de un inminente desastre. La lluvia baña las cubiertas del barco, las sirenas llaman a la tripulación, que intenta mantener el equilibro agarrándose a dónde pueden. El capitán, desde su timón, a través del cristal empañado de la cabina de mando, ve un remolino enfrente, ya están todos a buen recaudo dentro del camarote principal. El barco entonces se inclina hacia delante, todas las cajas, utensilios, cuadros y sillas caen hacia el mismo lado, golpeando a cada uno de los marineros y dejándolos a todos inconscientes. El barco hunde la proa en el centro y desaparece lentamente. La tormenta para, el sol sale, las olas se han calmado, un leve viento sopla, el océano está plano, nadie sufre una vez se ha ahogado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario