jueves, 20 de octubre de 2016

El hijo del sol

Hoy mi novia me ha pedido por teléfono que le cuente un cuento para ayudarla a dormir, le he contado esto:
<<Erase una vez un perro, hijo del sol, que en un día lluvioso de octubre descendió ante los mortales a través de un tubo de luz que se abría paso ante el mal tiempo, radiaba felicidad. Vagó por el planeta tierra durante años en busca de las personas con mayor belleza, quería recaudar información artística subjetiva para llevarla de vuelta junto a los dioses Perro, pues este era el tipo de información que los dioses Perro más valoraban. Un día encontró una familia establecida en un pequeño pueblo de Francia y decidió quedarse con ellos, ya que advirtió que estaban contemplados por la sociedad como un símbolo de perfección. Advirtió que el resto de personas luchaba sin descanso por conseguir el estatus de los humanos con los que él residía. Averiguó lo suficiente como para poder sacar tema de conversación una vez de vuelta con los dioses Perro y se marchó de aquella casa para morir. Quería elevar su alma al cielo para volver al Olimpo canino. 
En la calle decidió empotrarse contra el primer coche que encontrara, pero justo entonces te vio a ti, a lo lejos, y se apartó de la acera, sin dejar de observarte con asombro. Tu mirada se cruzó con la suya, y así fue como él cayó absorto en tus ojos, perdido en una belleza superior a lo subjetivo de la existencia. Tú entonces fuiste a recogerle, para ti no era más que un pobre era un perrito que parecía haber sido abandonado a su suerte. Le socorriste, al hijo del sol, y le llevaste contigo, en tus brazos, al veterinario, allí lo dejaste y te marchaste triste por dentro, sin dejar de pensar en él. 
El hijo del sol fue diagnosticado con cáncer de piel, le operaron de urgencia pero murió repentinamente. Su alma se marchó fuera de la realidad, salió del plano espacio-temporal en tu búsqueda. Y así fue como nací yo, ese es el verdadero motivo de que hoy estemos juntos. Yo, hijo del sol, confieso haber rechazado el Olimpo canino y lo artístico de lo subjetivo a cambio de pasar una corta vida humana al lado de la belleza más objetiva que un alma pueda comprender.>>

miércoles, 22 de junio de 2016

Me quito el reloj y empiezo a teclear que siempre quise ser uno de esos escritores que escriben en papel, pero que llevo ya demasiado tiempo anclado en el teclado. He leído ya demasiados artículos que dicen que es mejor escribir a mano, que les den por culo a todos esos artículos, yo prefiero la facilidad del teclado, me quedo en la cama. Por supuesto que sobre el papel las distracciones como el Facebook, el Gmail y demás páginas de entretenimiento desaparecen, y eso es una gran ventaja, pero por otro lado las distracciones son nuestro pan de cada día, la vida en la que nos ha tocado vivir y evitarlas o sortearlas nos convierte en una persona con la que casi nadie se va a sentir identificado. 


miércoles, 4 de mayo de 2016

¿Conversación? con mamá


Martes. 12:07
No. No dejes de intentarlo, a la próxima todo te saldrá bien. Pero, ten cuidado, si fallas echarás toda esa ropa al traste y habrá que tirarla. De verdad que nunca pensé que aprender a poner la lavadora fuese a ser tan difícil para ti. Bueno, es lo que hay, y hay que acostumbrarse, haré como si nada esta vez. Por favor, no lo vuelvas a hacer mal, recuerda que si lo pones a una temperatura muy alta se fastidia la colada. Si es que ya no sé como decirte las cosas, si es que ya no sé ni para qué me esfuerzo, si luego vas a hacer lo que te dé la gana. Mira, mejor lo hago yo, quita, quita. Pero qué demonios ¡no! ¿me ibas a dejar que lo hiciese yo? Te debería dar vergüenza, con la edad que tienes, vergüenza te tendría que dar. ¿Me oyes? vergüenza. Si es que.. no tienes solución, todo te lo tengo que hacer yo. Así no puedes seguir, no vas a llegar a nada en la vida, acabarás lavando platos, aunque ni para eso servirías. Lo que tienes que hacer tú es estudiar, que eso sí que se te da bien, toda la vida estudiando, no se está mal sentado en una silla ¡eh!, que llevas ¡toda la vida estudiando! y ¿para qué? si no tienes trabajo. ¿De qué te sirve, eh? de nada, todo el dinero que me he dejado en tu educación para nada. No te imaginas lo que se siente al haber desperdiciado así el dinero. ¿De verdad que no vas a poner el maldito detergente? ¡Sh! venga, uf, ese ritmo tuyo de pasotismo no lo soporto, eres demasiado lento, déjame a mí, mira, así, así se hace ¿ves? uf. ¿Tienes sangre en las venas? No pareces hijo mío, has salido a tu padre. Venga, ve a hacerte la cama al menos mientras yo te lavo la ropa, ah no, que ya te la he hecho yo porque son las doce y tú todavía no habías sido capaz siquiera de hacértela. De verdad que... pues venga, tira, quita de aquí, vete a hacer lo que mejor se te da, que para algo estás de vacaciones, a jugar con la maquinita. O espera, llévale esto a tu padre. Mejor déjalo, que seguro que se te olvida por el camino o lo pierdes o vete tú a saber qué, ya se lo llevo yo, venga, fuch, fuch, fuera de aquí.
Martes. 12:08

domingo, 10 de abril de 2016

La última


Otra más y ya paro
Que no quiero ser yo el raro
Me da igual que sea en vano
No me importa el desamparo que siento al parar
Así que venga, otra más...
porque me he dicho que hoy paro
Porque me he dicho que ya no quiero ser yo el raro
Y que no me importa el desamparo que siento al parar
Así que va, la última, otra más,
porque ya he dicho que hoy paro 
y si no, pues quizá la muerte, me tenga que parar.

La pared

Estamos los dos sentados en una habitación, el uno en frente del otro y de repente el tiempo se para de golpe. No es porque me haya fijado en tus ojos y de lo bonitos que son haya empezado a hablar poéticamente, sino que sin verlo venir, el reloj que hay en la pared, encima de tu cabeza, ha dejado de funcionar. La habitación en la que estamos no tiene ventanas, y yo no sé cómo he llegado aquí, puede que tú sí que lo sepas, pero no me respondes. Te hablo y no dices nada, tus ojos miran la pared que hay detrás de mí, inspeccionándola minuciosamente en busca de Dios sabe qué. Mientras, tú me atraviesas el alma con tu mirada y yo me pregunto si es de día o de noche. El silencio es terrorífico, y lo es más cuando advierto que en el cuarto hay una lavadora que tiembla, bota, salta, tirita frenéticamente y no produce ni un pequeño clik, tum, o tras. Todavía es más misteriosa la sutil falta de vibraciones, nada vibra, solo la lavadora y tus ojos se mueven en esta habitación, y no sé qué Demonios miras. Aquí ya no es ni de día ni de noche. El reloj se ha parado en las seis y media. Quién sabe el tiempo que llevas mirando la pared que hay a mi espalda, y yo mirando el reloj, la lavadora y tus ojos. La lavadora me dice que tus ojos son la clave para resolver el misterio de cómo he llegado aquí. Los miro y los intento descifrar, hay una mesa entre tú y yo, me inclino sobre ella para verlos más grandes. Tu expresión empieza a inquietarme, tienes una sonrisa doblada, me parece una cara muy graciosa. Me sorprendo al ver que aun con la mirada perdida sigas siendo hermosa. No paras de mirar la pared y yo no he parado en todo el tiempo de mirar tus ojos. Dime cómo hemos llegado aquí, o dile a tus ojos que me lo digan, haz algo por Dios, necesito salir ya de esta prisión ubicada en la nada, de esta atemporalidad. Una chispa brilla en el fondo de tu iris, como el reflejo del sol, es una chispa de realidad potente y poderosa. En la mesa hay una flecha giratoria, para intentar que me prestes atención la giro hacia a ti, voy a la desesperada. Suelto la flecha y ésta gira hacia mí. Entonces me miras a los ojos y una sacudida que más bien parece un terremoto comprimido agita toda la habitación, empiezo a sentir una vibración intensa, tus ojos tiemblan al mirarme, las agujas del reloj tiemblan, la flecha de la mesa tiembla. Todo apunta hacia mí. Sigues sin responderme, te grito que me respondas, tu mirada me incomoda. La habitación empieza a brillar y siento que el reloj, tú y la flecha me atravesáis. Intento acercarme a tus ojos por encima de la flecha que me apunta, no puedo, algo me lo está impidiendo. Siento una brisa en mi cuello y luego presión, mucha presión, algo me estira hacia atrás sin moverme del sitio. Me agarro de la mesa y siento que la silla se desliza hacia atrás. Ya no puedo resistir la tentación. Me voy a girar, lo siento. No sé si me llegaste a ver en lo que duró ese sueño, pero yo vi el reflejo de la realidad en tus ojos de ensueño. 

jueves, 7 de abril de 2016

El rap en Expaña

Sentado en el borde de la cama pensé en esa canción de Kase O que me explicó que las mujeres no tienen dueño cuando yo todavía no era consciente de que las personas podían convertirse en posesiones. Luego recordaba la canción de "Mierda" y casi lloro al darme cuenta de lo feliz que era cuando no entendía el verdadero motivo del rap competitivo, ahora entiendo que en una sociedad capitalista nos vemos obligados a despreciar al otro para subir de escalafón, gritar a los cuatro vientos lo malo que es el adversario porque a pesar de que te dedicas a lo mismo que él, si tú no dejas claro que eres mejor y él es peor, tus clientes (u oyentes en el caso del rap) irán a él. Aun así, lo que muchos raperos han hecho ha sido trabajar en grupo, han unido sus canciones para dar la espalda al "yo soy mejor que tú" y abrazar el "todos unidos podemos hacer de este mundo un lugar mejor en el que vivir". 
Toda esta competitividad estaba llegando a España desde los Estados Unidos, el país más capitalista de este mundo, y fue por eso por lo que con el tiempo esos Beefs dejaron de ser tan comunes y raperos varios empezaron a ignorar los vaciles de otros raperos menos famosos que buscaban ser mencionados por los conocidos en sus canciones. Después de pensar esto me di cuenta de que España no es Estados Unidos, se deshizo el nudo de mi garganta y ya no lloré, entré en Youtube y escuché esta canción. 


miércoles, 6 de abril de 2016

La última llama

Miraba sus ojos como si no hubiesen más ojos en la habitación en la que estaban, y en efecto habían muchos más ojos, dos por persona, eso quiere decir que había el doble de ojos que de personas, y aun así solo miraba sus dos ojos. En cambio, ella tenía la mirada fija en la pantalla de su teléfono móvil, allí no habían ojos, sólo píxeles con formas que significan cosas según su disposición espacial. 

Sus ojos eran negros y brillantes, negros como las cenizas años después del incendio y brillantes como esa última ascua que todavía no se ha apagado a pesar del tiempo. Pensó que todavía quedaba amor en ella, sin conocerla pensó que no era tarde todavía para sacarla de ese frío espacial. Estaban sentados uno enfrente del otro, con un panel de plástico y aluminio formando una barrera que solo les permitía ver la cara del otro desde la nariz hacia arriba. Estaban sumidos en un silencio abismal, rodeados de libros y de gente, todos mirando sus dispositivos electrónicos. 

Pensó en levantarse, acercarse, e invitarla a salir fuera, a hablar un poco, a que el sol iluminase esos ojos negros. Se imaginó que al salir de aquél antro falto de luz natural sus ojos desbordarían lava como dos volcanes, y que la piel que rodeaba esos volcanes adquiriría el color de la arena del Sahara. 

Siguió mirando ocasionalmente sus ojos, sentado justo delante de ella, hasta que la poca luz que entraba desde fuera desapareció y la bibliotecaria encendió unas bombillas artificiales para que pudiesen seguir viendo las letras en sus papeles. Justo después volvió a mirar sus ojos, seguían siendo hermosamente negros, aunque esta vez ya no brillaban, la última ascua se había consumido, ahora sus ojos ya no eran cenizas, ahora solamente eran agujeros negros. 

viernes, 11 de marzo de 2016

Histeria histórica.

La camisa de la histeria me arrebató la memoria, ya casi no podía hablar, con la garganta llena de historias. Sólo contar que bebí para olvidar y que no me olvidé de eso. Solo decir, que el alcohol me hizo sufrir y ser un mártir. Que fui un pájaro encerrado en la creencia del dolor como inspirador de versos largos que nunca cierran su telón. Pero ahora sé, que el horror es espantoso y que el poeta escribe mejor fuera del pozo. Ahora sé ponerle fin a la histeria, soltarme el cuello y contarte mil historias de memoria. 





jueves, 10 de marzo de 2016

Hablemos de hablar.

Hablemos, hablemos de la lengua que se habla. Y hablémoslo por escrito. Hagámoslo sencillo, digamos que los idiomas existen, digamos que existen diferencias generales en el habla de un ser nacido en Inglaterra y otro ser nacido en España. Aceptemos pues, que es muy difícil que estos dos se entiendan hablando cada uno en su idioma. 

Ahora podríamos pasar por los dialectos, los geolectos, los acentos, los ecolectos y demás, podríamos generar grupos más específicos de hablantes con rasgos del habla en común, pero ¿para qué? ¿Para qué formar más grupos si existen los idiolectos? ¿Para qué hablar de grupos de habla si cada uno habla como le da la gana? ¿Para qué clasificarnos si nos entendemos? ¿Para qué convertirnos en un archivo dentro de una carpeta con temática dialecto que a su vez se incorpora dentro de otra en la que queda apuntado nuestro idioma? ¿Quién coño es ese que tan inseguro se siente ante la diversidad y lo impredecible de la lengua humana? 

Sin duda un gilipollas, un cateto, un subnormal. Alguien para quien sólo somos cifras, en definitiva, un sociólogo. Hagamos esto sencillo, digamos que existen prejuicios. Digamos que para los de Albacete los murcianos son unos maleducados, que para los Alicantinos los de Marid son unos pijos, que para los gallegos los andaluces son unos salaos y que todos los estos llegan/llegamos a estas conclusiones con tan solo escuchar el habla del otro. Aceptemos nuestros prejuicios y luchemos contra ellos, que no es tan difícil joder. 

Dejemos de fantasear con un español perfecto que sirve para comunicarnos entre todos y que sinceramente no existe, dejemos de soñar con un concepto político que sube de escalón al hablante que usa la gramática prescrita por la RAE y hunde al contrincante que no acaba el verbo en -ado sino en -ao. Que nos entendemos copón. Rompamos los esquemas y hagamos que palabras como bien-hablado o mal-hablado pierdan el sentido, rompamos las fronteras inventadas que se han ido creando a lo largo de los años por culpa del clasismo, digamos NO a la represión del lenguaje. 

Inventemos nuevas palabras, necesitamos más poetas para que no hayan reglas, que el lenguaje evolucione como los hablantes quieran y no como nos diga una institución erróneamente auto-declarada como lingüística. Quitémonos todos el auto-corrector del móvil. Digamos guasap y feisbuk sin tener que sentir la inseguridad inculcada, el miedo al error, el terror que nos han impuesto y que sentimos al crear una palabra nueva. Seamos como los niños, digamos conducí y andé, que les follen a las normas gramaticales, que les follen a los que dicen que el valenciano es un derivado de una lengua, que les den por saco a todos los que utilizan tu forma de hablar para tratarte diferente. 

¡Que no!¡Qué no existen las lenguas mejores que otras!¡ni acentos, ni argots, ni dialectos! ¡Que todo eso se lo han inventado los mismos idiotas que crearon la gramática que con sus reglas rige todo lo que decimos. Hablad como os de la puta gana, y que les den a la sintaxis y a la gramática, que lo que importa es que nos entendamos y no que nos ciñamos a unas reglas impuestas. 

¡Vete a la mierda Real Academia! ¡Sé libre querido idioma español!