Me abalancé como la oscuridad, nublando sus sentidos.
Cada uno de los poros que rocé envió a su cerebro una placentera señal aferente.
Y yo lo percibí al ver como asomaban sus dientes entre sus carnosos labios, y su tímida mirada analizaba con pasión mis ojos.
Pero su mirada se tornó tímida, esquiva, y yo me dejé esquivar.
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