Estoy andando por la calle y en esto que me encuentro con un hombre con barba y gorra y empieza a decirme que si acepto sus cookies, muy insistentemente. Le digo que qué me está contando y me mira con una cara que expresa una oración en concreto: "¿De verdad no sabes qué son las cookies?". No se da cuenta de que a mi lo que me china es que sea una persona la que me avise y no una máquina. Le respondo con una cara que da a entender que quiero que me deje en paz, que yo voy a mi rollo. Vuelve a insistir en que es importante que acepte sus cookies.
Me pregunto si esta persona será un robot, porque en ese caso lo entendería. Ahora bien, creo que todavía seguimos estando a años luz de tener un robot que se asemeje tanto a una persona. Sigo andando pero el tipo me persigue. Lleva una gabardina gris del estilo "detective privado" y un maletín de abogado con contraseña. Acelero el paso. Entonces él corre un poco, se me pone delante y me para estirando la mano y sin decir palabra, es bastante alto aunque sea delgado, me da bastante mal rollo. Me mira fijamente y empieza a llorar, son lágrimas evidentemente falsas, tiene en la cara una expresión de desconsuelo forzado. Parece que espera a que le diga que vale, pasan unos segundo y al ver que no le digo nada se arrodilla en frente de mi y me vuelve a pedir que acepte sus cookies.
Cojo el móvil del bolsillo ya como si estuviera en un sueño, me llevo la otra mano a la cara como intentando quitarme las gafas de realidad virtual. "Por favor, acepte mis cookies". Pierdo momentáneamente el control y le grito que no, que me deje en paz. El hombre de las cookies se pone muy serio, deja de llorar, y se acerca a una señora muy mayor que hay en un portal. Escucho como avergonzado y con miedo le dice a la señora: "lo siento abuela, por mucho que lo intento nadie quiere probar tus galletas". La abuela le grita algo incomprensible y le da una colleja.
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