Mientras que algunas personas defienden sus opiniones a capa y espada sin dejarse llevar por tendencias, otras se ven arrastradas por sus instintos básicos y pierden su personalidad a cambio de la mera supervivencia de sus funciones o roles en la sociedad.
Por ejemplo:
1) Hay quién prefiere a las mujeres depiladas y siente repugnancia hacia las que se dejan crecer el pelo en las axilas.
2) Quién prefiere que las mujeres sean educadoras y mientras, ostentar el poder en las relaciones íntimas y en la política.
3) Quién prefiere que una mujer sea insegura y frágil porque en ello es donde encuentran la belleza.
Y que aun así, se considera feminista. Este tipo de hipocresía se da lugar por culpa de lo que ya he mencionado, el instinto básico de supervivencia.
En un ser que necesita sexo pero que a la vez entiende que al tratar a una mujer como inferior no lo va a conseguir, este instinto le guía a contradecir sus creencias y a convertirse en un fariseo. Esa capa que recubre la naturaleza humana, que nos hace civilizados y hace que dejemos de ser meros animales desaparece cuando vislumbramos la hipocresía, y es muy penoso ver como hay quién persiste en aparentar humanidad, cuando es evidente para el resto que no es más que un humano de pega.
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