domingo, 30 de abril de 2017

El Gato Dorado

Era domingo por la noche, todavía tenía que acabar los deberes. Era tarde y tendría que haber estado en mi casa, aun así, no sé por qué, me quedé y vi al gato. Era dorado, un gato del color de los collares caros. Por entonces yo sólo había visto ese color en dos ocasiones, en un plastidecor y en el cuello del gitano Pascual, que vendía detergente en el mercadillo de mi pueblo. Memoricé la imagen del gato colándose al patio del colegio, tenía bigotes negros, era flaco y alargado, ágil y dorado, en la punta de la cola lucía una mancha blanca distintiva pero innecesaria, ya que no habían más gatos dorados. Justo antes de colarse al patio giró el cuello y me dirigió una última mirada, la belleza de sus ojos verdes me dejó en shock.
Mi madre me riñó y mientras hablaba yo miraba la pared blanca, ésta era el lienzo en el que mentalmente delineaba los trazos del gato con tonalidades que mi plastidecor no podía atreverse a imitar. Me obsesioné bastante con el gato, solía soñar que me despertaba y estaba mirándome desde la repisa de la ventana. Cuando andaba hacia el colegio permanecía atento a cualquier movimiento extraño en los descampados, en los tejados, tras las persianas, miraba a todos lados. A veces mi amigo Raúl me acompañaba, él también estaba obsesionado, pero con los libros, se ponía tan intenso que tenía que mandarle a callar porque hablaba muy fuerte y me impedía escuchar si el gato dorado se movía por nuestro alrededor.
Al mes desistí en buscar al gato dorado y empecé a escuchar a Raúl: "Escúchame ¿me escuchas ahora? mira, ayer leí una historia que me recordó a tu obsesión con el gato dorado. No la recuerdo muy bien porque estaba a punto de dormirme cuando leí el cuento, pero te aseguro que tenía mucho que ver. Había un gato blanco y un señor mayor que tenía mucho dinero, el gato había pasado cerca de la casa del señor para mendigar algo de comida, porque era consciente de que él tenía dinero y poder para comprar alimentos. El caso es que el señor no le quería dar comida al gato porque pensaba que los gatos lo único que hacen es molestar, era de esa gente que pone veneno en las esquinas. No me gusta esa gente, a ti tampoco ¿verdad? seguro que no. Pues resulta que un día llega un brujo al pueblo en busca del alma más bondadosa y ¡tachán! es el gato, y le concede el poder de comer lo que quiera porque el gato era eso lo único que deseaba, poder comer algo. Entonces el gato, no en plan venganza ni nada porque es muy bueno, va y se come todo el dinero del señor, y se queda de color dorado. Yo entendí que la moraleja era que no había que ser tacaño ni avaricioso porque luego puede aparecer un gato y comerse tu dinero, no sé, no me convenció mucho la historia. Pero lo que importa es lo del gato. ¿me has oído, no? era blanco y se hizo dorado, eso me recuerda  la punta blanca de la cola. No sé, ¿crees que el gato que viste era mágico?
Le dije "¿Qué?" y pensé que se lo estaba inventando todo, que había ideado toda esa historia para llamar mi atención porque había estado pasando de él.
"Lo que oyes, yo tampoco me lo creía."
"Quiero ver ese libro, ¿cómo se llamaba?"
"Ya te digo que no recuerdo muy bien los detalles, pero mañana lo traigo al cole y te lo enseño."
Esa tarde me la pasé pensando en que si sería verdad o no, en si realmente había visto un gato mágico. Hasta entonces había pensado que la magia eran trucos de cartas que los adultos usaban para reírse de nuestras caras de incredulidad, y esa tarde dudé sobre todo. Para entonces ya sabía que los reyes magos no existían, y de ahí había llegado a la conclusión de que los brujos tampoco, pero para que el gato fuese dorado tenía que existir la magia. Quizás me lo imaginé todo, puede que el gato nunca hubiera existido.
Me fui a dormir y soñé algo de lo más extraño: yo estaba andando por encima de una cuerda de alta tensión y el gato dorado se había puesto en mi camino, no sentía vértigo por caerme, me paré sin miedo y él se giró hacia mí, yo era un pájaro de su mismo tamaño. Me dijo "mañana nos vemos a las nueve en el colegio" y se fue volando. Al impulsarse, la cuerda tembló y yo me caí del tendido eléctrico y me desperté del sobresalto. Anoté la frase en la libreta de matemáticas para volver a dormir, pero ya no pude seguir descansando, se hizo de día.
Llegué al colegio arrastrado por mi madre, que preocupada por mi aspecto de cansancio me limpiaba las legañas con saliva. Entré y vi a Raúl sentado en la última fila, no le gustaban las matemáticas. Me deslicé hasta su lado y le pregunté "¿traes el libro?", a lo que él respondió susurrando.
"No te lo vas a creer, ayer llegué a casa y miré en mi mesilla de noche pero el libro ya no estaba. Espera, no hables antes de que acabe, no me pongas esa cara, tú escucha. Pensé que mi madre lo habría guardado en la estantería pero lo busqué y no estaba, ¿y si lo había escondido?¿y si el libro había llegado ahí por pura casualidad y al verlo ella había querido esconderlo corriendo? Casi que estoy seguro de que no quiere que lo vuelva a leer, debe haberlo escondido."
"Me estás mintiendo" le corté enfadado.
"¡No!¡No! ¡Escúchame! te juro que es verdad, déjame que termine. Miré en la leja de arriba y había un libro que era todo dorado, así que cogí una silla y la acerqué para llegar a cogerlo, pensaba que sería ese el libro que buscaba, pero no lo era, cuando subí me di cuenta de que era blanco y brillante, y que me había parecido dorado sólo por el brillo de la luz. Aun así lo cogí y lo leí, era una historia muy extraña, trataba sobre una familia de pájaros, tenía dibujos muy bonitos, en blanco y negro, pero estaban pintados con dorado por encima, era como si alguien se hubiese dedicado a pintarlos con un color brillante y muy bonito, pero bueno, no eran gatos. En fin, al parecer el papá pájaro había perdido el trabajo en la fábrica de nidos y la mamá y los hijos pájaro habían caído enfermos, el pajarito más pequeño había muerto y la mamá pájaro estaba consumida por la tristeza, hacía lo imposible para evitar que los pajaritos se enterasen de la muerte del pequeño de la familia. No me lo llegué a acabar, me dormí con el libro y soñé que saltaba muy alto y hacía equilibrismo sobre unos cables de alta tensión, y que hablaba con un pájaro, y le decía que hoy nos veríamos en el colegio, luego me iba volando y en el cielo había un agujero negro en lugar de un sol, luego todo se oscurecía porque yo me daba cuenta de que no había sol y la lógica era que no hubiese luz. Me desperté y el libro ya no estaba conmigo, mi madre lo habrá cogido y lo habrá escondido, odio que haga eso, siempre lo hace con todo."
"¿Qué?" No sabía que responder, había dado en el clavo ¿cómo era capaz de saber lo que había soñado? ¿Acaso se habían conectado nuestros sueños? y en el caso de haberse conectado ¿qué tipo de brujo había intervenido? ¿Qué sentido tenía todo esto?
"Te he visto en mi sueño" le dije. Me dijo que ya, que él sabía que yo era el pájaro porque me escuchó hablar. Le expliqué que no era así como funcionan los sueños, que cada uno tiene el suyo, y me dijo que qué va, que el mundo de los sueños es uno y es muy grande, y que no estamos solos allá, que eso le había dicho su madre y que él se lo creía. Le dije que si creía también en los reyes magos y se limitó a mirar hacia otro lado.
"tres por tres Raúl" gritó el profesor.
"Emmmm, emmmmm, emmmm, tres veces tres, emmmmm, no lo sé profesor ¿es una pregunta trampa?"
"Venga, piénsalo bien."
. . .
Era viernes, la semana había pasado sin ninguna noticia más sobre el gato, Raúl había estado poco hablador, le dije a mi madre que me iba a la biblioteca a ver si encontraba a mi amigo, que casi siempre estaba allí. Primero recorrí los pasillos, pero no estaba, cogí un cómic de Astérix y Obelix y me senté un rato esperando que llegara pronto. Se hicieron las ocho enseguida y recordé mi onírica cita con Raúl, ¿era él el gato? Dejé la revista y me fui andando al colegio, cuando llegué todavía quedaba media hora, así que me senté y esperé, escuché maullidos lejanos. Lo extraño era que salían de debajo de las tapas del desague. Levanté ese pesado disco de hierro, dentro todo era negro, los maullidos se intensificaron "Ey, ¿qué haces?" Raúl me susurró por detrás en el oído. Del susto dejé caer la tapa de nuevo en su sitio.
Las ventanas de la calle estaban todas cerradas, nadie nos veía, así que Raúl y yo decidimos entrar al colegio, quizás el gato nos esperaba dentro. Un denso y alto matorral nos impedía movernos con fluidez, así que decidimos separarnos para poder abarcar más espacio en menos tiempo y que el gato no nos evadiera.
Vi muchos gatos, ninguno dorado, todos me miraban con mala cara, con la espalda en tensión. Me junté con Raúl en el patio y decidimos abandonar la expedición, todo se debía a una extraña coincidencia, el gato dorado nunca había existido, había sido el producto de dos mentes infantiles y excesivamente creativas. Nos separamos para atravesar los matorrales y salir. Cuando llegué fuera me quedé esperando a Raúl para acompañarle a casa, pero no salía nadie, grité su nombre varias veces, hasta que entendí que había salido más rápido que yo y no me había esperado. Entonces escuché algo moverse tras las verjas, entre los arbustos, y vi una cola dorada con la punta blanca aparecer y desaparecer, volví a quedarme en shock. Me costó moverme del sitio, pero al final me fui a casa y dormí del tirón, tanta aventura me había agotado.
Llegó el lunes y Raúl no apareció en clase, me moría por contarle lo que había pasado, le pregunté al profesor y él se rió con complicidad. "Qué gracioso, pero si quieres aprobar matemáticas te tendrás que esforzar más." No le entendía. Volví a casa y le conté a mi madre que Raúl hoy no había venido a clase, y me dijo "bueno, ya era hora". Seguí sin entender nada, me tuve que olvidar de Raúl, los mayores se olvidaron de él muy rápido. Años más tarde mi madre me contó que sus padres tuvieron que emigrar, mi madre y la suya eran muy buenas amigas, nunca entendí cómo lo superó tan rápido. Desde que Raúl desapareció de mi lado, cada vez que veo a un gato entrecierro los ojos para imaginarlo dorado.



miércoles, 26 de abril de 2017

Estoy pensando en cosas que nunca le contaría a Facebook

Como usuario de Blogger tienes la posibilidad de leer esta frase, podrías no haberlo hecho pero ya está, no hay marcha atrás, es demasiado tarde. El caso es que quiero abrir un Blog nuevo que hable sobre entrenamiento deportivo, pero he pensado que ya hay millones y que quiero que sea diferente. Se me ha ocurrido que el nuevo Blog podría contener historias en las que explico los conceptos que son útiles para el entrenamiento mediante metáforas, usando rimas, contando cuentos, etc. Quiero hacer algo nuevo, sin caer en la monotonía, porque realmente la vida es una repetición constante de amaneceres, atardeceres, noches, desayunos, comidas y cenas. Puff, qué agonía me da nada más de escribirlo. Habrá mucho trabajo detrás de algo así, no todo será pan comido, tendré que currar noche tras noche, pero será algo que merezca la pena, de eso estoy seguro. Estoy pensando en qué nombre ponerle, ¿lo llamo "El rincón de Dani y sus pesas"?. Ni de coña, qué cosa más fea de nombre. Por otro lado tampoco puedo llamarlo algo como "Levantando pesas con Dani", porque odio esos títulos en los que hay un verbo en gerundio. Ya sé, quiero hacerlo literario, así que tiene que haber personajes envueltos en la trama, lo llamaré "El Gimnasio del Cid". Muy bien, llegados a este punto podríamos ampliar, evolucionar, y llamar al Blog "Cid-Gym", pero en mi ardua lucha y defensa del español rechazo tal convencionalismo y mercantilismo, sé que perderé muchas visitas, pero no perderé el orgullo. Ahora estaría gracioso que lo llamara "Cid-Gym", sería muy sarcástico mi comentario anterior, y yo escribo por y para el humor, aun así la lucha contra los anglicismos es una de esas cruces que estoy dispuesto a llevar hasta la tumba. Por lo tanto el nombre será "El Cid en forma"
Buas, ¿qué coño? se me ha ocurrido otro que es la leche a primer pensamiento. "El Entrena-miento de verdad" jajajajjajajajajajja ¿Qué os parece lectores? "pero si seguro que nadie lee esto Dani, ¿a quién le estás preguntando eso?" Y yo qué sé, yo me imagino gente que me escucha.

Opciones:
Los entrenamientos del Cid
El Cid en forma
El Entrena-miento de verdad
Cid Gym
Cid Fit
Entierra tu pereza